jueves, 29 de noviembre de 2012

DECIDIR

España no está tranquila. Esa porción que acaricia Francia y es bañada por el mar Mediterráneo está gritando, y muy fuerte. Estoy hablando, obviamente, de Catalunya. Y es que, prácticamente, no se toca otro tema en los medios de comunicación españoles: el pueblo catalán es más soberanista que nunca, y gran prueba de ello es que ya se habla de España y de Catalunya como dos cosas completamente diferentes; dos naciones, dos pueblos.
En Madrid, que hasta hace poco aplicaban la técnica de "oídos sordos", están al tanto de todo. El punto de inflexión de todo esto fue, sin duda, la concurridísima manifestación del 11 de septiembre del presente año en la que, con motivo de la celebración de la Diada Nacional de Catalunya, millones de catalanes y catalanas salieron a las calles de Barcelona a reivindicar lo que su lema rezaba con voz firme y alta: "Catalunya, nou estat d'Europa". Las repercusiones de esta manifestación tuvieron su reflejo en el panorama nacional e internacional, copando portadas de los medios del otro lado del Atlántico.
Pero, como bien es sabido, toda acción tiene su reacción. Poco tardaron las organizaciones españolistas en salir a defender la unidad de España, a convocar manifestaciones varias e, incluso, algún que otro militar, a amenazar duramente al pueblo catalán. Pese a sus intentos, parece que este colectivo resulta ser una minoría al lado del bando soberanista.
Catalunya quiere, al grito de "Independència!" buscar un camino propio para cosechar su futuro, ahora sí, fuera de España. Y para conseguir este futuro, este "estado propio", la que debe hablar es la gente, a través de una consulta o de un referéndum. Un referéndum a nivel de Catalunya traería, según las últimas encuestas, un resultado favorable para la independencia, lo cual bastaría para que este proceso se llevase a cabo. Pero, ¿y a nivel del resto de España? Porque, sin ir más lejos, en las leyes españolas se recoge que, de hacerse tal referéndum en tierras catalanas, habría que realizar otro a nivel del territorio español, es decir, que el resto de comunidades autónomas puedan decidir si quieren que Catalunya abandone el país o no. Desde mi opinión personal, voy a permitirme el lujo de decir que esto último se trata de la mayor sandez que existe en el mundo. ¿Cómo va a decidir, por ejemplo, un leonés, si quiere que la otra punta de su país se independice, si a lo mejor no tiene noción de todo lo que está pasando allí, de sus gentes, ni sabe absolutamente nada de las repercusiones que puede tener para ellos ese proceso?
Es por ello que creo que, si algún día se hace ese referéndum a nivel nacional, la gente no se deje llevar por lo que sabe o lo que deje de saber, sino que reflexionen personalmente: cualquier persona que vea las noticias ve en el pueblo de Catalunya, no a lo mejor un deseo total de la población de independizarse, pero sí el deseo de preguntarle al pueblo lo que quiere de forma mayoritaria. Y, sinceramente, ni yo, ni cualquier persona que viva la realidad catalana somos nadie para negarles el derecho a DECIDIR sobre ellos mismos. Yo, si algún día se celebra tal consulta, votaré, sin tapujos, un SÍ. Porque en cuanto hay opresión, se acaba la libertad.